Para Leonardo da Vinci, quizá el genio más polifacético que el mundo ha conocido, el ojo era la clave de todo. El hombre que pintó la famosa «Mona Lisa» y la «Última Cena» también concibió ingeniosas máquinas que se anticiparon cientos de años a las innovaciones de los diseñadores.

Hoy pensamos en Leonardo como un genio del arte, pero en su época, los gobernantes lo consideraban más bien un genio de la ingeniería militar.

En 1482, cuando Leonardo tenía 30 años, dejó Florencia para trabajar para el duque de Milán, Ludovico Sforza.

Mientras trabajaba para Sforza, Leonardo ofreció toda una serie de máquinas de guerra radicalmente nuevas, entre ellas un carro blindado, la primera versión de una ametralladora y una escalera extensible, que sigue pareciendo increíblemente moderna.

Puede que uno no piense en una escalera como arma de guerra, pero en su época, las escaleras eran muy necesarias para escalar muros, algo importante a la hora de atacar fortalezas.

Leonardo en Venecia

Cuando Sforza fue derrocado en 1500, Leonardo huyó de Milán a Venecia, que estaba en guerra con el Imperio Otomano. Se dirigió al Senado de la República y ofreció sus servicios como ingeniero.

Leonardo, siempre fascinado por el flujo del agua y su poder, quiso construir una presa móvil que permitiera a las fuerzas venecianas atraer a los turcos al valle del río Isonzo y luego inundarlo, aniquilando a las fuerzas enemigas.

También ideó un sistema de barricadas móviles para proteger la ciudad de los ataques, que nunca fue construido.

Creó el diseño de un aparato de buceo y quiso iniciar un asalto submarino a la flota otomana, perforando los fondos de sus barcos. Su diseño era muy similar al de los equipos de buceo modernos. Este plan tampoco se llevó a cabo.

El genio al servicio de los Borgia

En Cesena, en 1502, Leonardo entró al servicio de César Borgia, hijo del Papa Alejandro VI, actuando como arquitecto e ingeniero militar, viajando por toda Italia con su patrón. Leonardo creó por primera vez un mapa de cómo atacar Imola, la fortaleza de César Borgia.

Al verlo, Borgia lo contrató en el acto como su principal ingeniero y arquitecto militar. Los diarios de Leonardo incluyen un gran número de inventos, tanto prácticos como no prácticos. Entre ellos figuran un caballero mecánico, bombas hidráulicas, proyectiles de mortero con aletas e incluso un cañón a vapor.

Aunque el mérito de la invención del primer paracaídas práctico data de 1783, Leonardo concibió la idea cientos de años antes. Como muchas de sus ideas, el invento nunca llegó a ser construido ni probado por el propio genio.

En 2000, el temerario Adrian Nichols construyó un prototipo basado en el diseño de Leonardo y lo probó. A pesar del escepticismo de los expertos, el diseño funcionó como estaba previsto y Nichols incluso señaló que tenía un recorrido más suave que el paracaídas moderno.

Vehículo blindado

Como ingeniero militar, una de las principales creencias de Leonardo era que la movilidad era crucial para la victoria en el campo de batalla. Esta idea se encuentra en muchos de sus inventos bélicos.

Precursor del tanque moderno, el carro blindado de Leonardo era capaz de moverse en cualquier dirección y estaba equipado con un gran número de armas. La más famosa de sus máquinas de guerra, el carro blindado, estaba diseñada para intimidar y dispersar a un ejército contrario.

El vehículo estaba diseñado para tener un número de cañones ligeros dispuestos en una plataforma circular con ruedas que permitía un alcance de 360 grados.

La plataforma estaría cubierta por una gran cubierta protectora, reforzada con placas metálicas inclinadas para desviar mejor el fuego enemigo, un concepto que se redescubrió durante la Segunda Guerra Mundial. Como muchos de los conceptos de Leonardo, era pura genialidad.

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